viernes, 7 de noviembre de 2008

Soller y su puerto

Un cuenco de mar


Soller es un municipio situado al noroeste de Palma de Mallorca , la más grande de las Islas Baleares. A tres kilómetros del pueblo, donde pequeños y grandes se reúnen en torno a la Iglesia para celebrar festejos populares y donde las calles empedradas recuerdan a la vida de nuestros abuelos, se encuentra el puerto de Soller, más turístico y con más vitalidad. Algunos habitantes de Soller viven en una casita en la montaña, mirando al puerto, mientras su negocio está en el pueblo. Pero la comunicación es buena gracias a la carrretera así como al tranvía que tarda unos 20 minutos en llegar de un lugar al otro.

Soller se caracteriza por su paisaje de mar y montaña. Las calas son el destino de muchos de los visitantes, por ser lugares más apartados de las aglomeraciones de la playa. La playa no es demasiado extensa debido al puerto, pero es de arena fina y de agua transparente. Y la transparencia es aún mayor según nos introducimos en alta mar. Las barcas del puerto, navegadas por sus patrones salen cada día en busca de pescado fresco: salmonetes, lenguados, rape, solla... con el que se puede cocinar uno de los platos típicos: el arroz caldoso con pescado y marisco. Otra comida típica mallorquina es la coca, que puede hacerse de pimientos, carne, verduras, etc. Sobre una masa fina como si de una pizza a lo mallorquín se tratase.
Pero junto con Soller, los municipios de Bunyola, Fornalutx, Deià y Escorca conforman el paisaje
de la Sierra de Tramuntana, lugar perfecto para hacer excursiones y estar rodeado de la naturaleza. Aunque, para asegurarse una buena excursión exenta de riesgos por estas montañas, existe una agencia que prepara recorridos, se trata de Tramuntana Tours, que ofrece no sólo excursiones a pie, sino también en bicicleta, en bote por el mar, en kayak, etc.

1ª parada. Y si salimos de la tranquilidad de Soller, una visita que no puede faltar es a la capital de la isla: Palma de Mallorca. Ya en la ciudad, las montañas se convierten en edificios, calles repletas de gente y coches circulando. Una capital eso sí de arte, cultura y tradición. En la Catedral se guarda el Archivo Capitular de Mallorca con una larga historia de recopilación y conservación de libros manuscitos, códices y pergaminos. Sus vitrinas de color la convierten en una catedral de arte y de luz. El puerto de Palma de Mallorca es también muy representativo y transitado a menudo por la Familia Real. También destacar el Castillo de Belver, en el que se pueden ver exhibiciones del baile típico mallorquín, las balladas, o los boleros, un baile en el que el ritmo, los saltos y la coordinación entre las parejas son la esencia. Mientras tanto se puede disfrutar de las vistas. Entre los museos de Palma, el de arte moderno y contemporáneo: Es Baluard. En su interior se mezcla el arte en lienzo y en escultura principalmente, con algún que otro montaje audiovisual que deja atrapados nuestros sentidos. Y todo por un precio que ahora los viernes pone uno mismo. Y ya adentrándonos en las calles del centro de la ciudad es característico el Paseo de las Ramblas, o también podría decirse, de las flores, pues paseando por él a cada cinco pasos hay una floristería. Cerca de esta calle, los turistas se hacen fotografías en el Paseo del Borne, imitando las posturas de las esculturas de bronce a las que suele albergar esta calle: "Las Meninas" de Velázquez, "El Pensador" de Dante, etc.

2ª y 3ª parada: Para terminar nuestra excursión cultural y antes de regresar a Soller, podemos acercarnos a pueblos más tranquilos como Fornalux, donde la paz, debido a sus pocos habitantes, las casas bajas y de piedra, y sus calles estrechas y empinadas permiten volver a la tranquilidad de un pueblo. Y Valldemosa, un municipio entre árboles y sobre la montaña, un lugar también de calles empinadas en las que las tiendas de dulces y las galerías de arte destacan entre otras muchas; pero cuyo mayor encanto es la que en el invierno de 1838-39 fue residencia de la pareja romántica inspirada por Chopin y George Sand, La Cartuja. Recorrer las instancias por las que paseaba Copin mientras pensaba en sus partituras, tocar las teclas de su piano y ojear cada nota escrita en sus pentagramas, los libros que leyó y hasta su dormitorio; experiencias únicas no sólo para los amantes de la música sino para todo aquel que reconozca la genialidad de su arte.

Y de vuelta a Soller, los festejos no pueden faltar. Si es Agosto, la pirotecnia llena la plaza del pueblo gracias a la lucha entre ángeles y demonios, un espectáculo que se celebra todos los años con motivo de las fiestas de San Bartolomé.



Y para quien le guste sentir el mar...


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